domingo, 14 de octubre de 2012

Calendario de Luna. Inflexión final

    Trámite...




La batalla estaba servida...
Lejos quedaron las ilusiones, el compromiso, la responsabilidad, el amor...María y Raúl enmarañaron su adiós.
Para Raúl fue un juego mas, un juego con la vida, con sus hijos, con María... y apostó a ganar, y se jugo el cariño de sus hijos, y el respeto que María aún le tenía, y se jugo los años vividos en común, se jugo todo a la única carta que tenía, apostó todo y aparentemente todo lo perdió...
Quizás mal aconsejado, quizás fruto de su tremenda confusión, quizás delegando como siempre las decisiones en otras personas...
Decidieron mantener una situación beligerante dentro del domicilio familiar, dejo que María durmiera en una colchoneta en el suelo, ella dejo de cocinar para él, Raúl compraba su barra de pan y su filete de cerdo, ella dejo de ponerle la ropa en la lavadora, Raúl apelo a su acostumbrada manipulación  diciéndo a sus hijos que no comía en casa para procurar que María digiriera bien las comidas,  María lo escuchaba atónita, Raúl explicaba a los niños que su madre no quería la custodia del mayor, Raúl disfruto de su libertad callando salidas nocturnas, María sentía mil y un grilletes en su ausente estómago, y escondió su rostro, deambulaba por la casa bajo los cristales oscuros de unas gafas de sol, huyendo de la mirada de Raúl, necesitando cobijarse en esos cristales ahumados donde Raúl no pudiera hacerla daño.
María quedó perpleja ante una rabia que no entendía. Raúl no entendía porqué María no quería vender la vivienda familiar.
En esta vorágine de lucha y dolor  Diego y Claudia se dolían sin hablar, sus miradas fueron tornándose grises, perdiendo el brillo y la espontaneidad que da una mirada alegre y feliz de una vida serena y tranquila, esa vida que ni María , ni Raúl supieron mantener.
Raúl se jugo el cariño de sus hijos, decidió que el mayor declarará ante el juez, decidió pedir una custodia compartida que en realidad no quería, y que le pesaba, con el deseo de que la vivienda conyugal se vendiera . Sus horarios laborales no se lo permitían y dadas las circunstancias, María disponía de mas tiempo para dedicar a sus hijos,...era obvio que el juez no admitiría  a trámite sus demandas, mas si cabe, sabiendo de la ludopatia de Raúl . Tampoco pensó en ellos a la hora de buscar una vivienda donde poder vivir con ellos durante los días que le correspondía.
María accedió a salir del piso en común pasados cinco años, aun sabiendo que Claudia solo tendría 14 años, aún viendo que Raúl se alejaba de ellos, olvido llamarlos, olvido compartir con ellos medios días, olvido compartir tardes de ocio, olvido prepararles el cepillo de dientes, olvido tenerles una cama, olvido conversar con ellos, olvido incluso el cumpleaños de Diego...Olvido.
En cambio recupero sus ansias de vivir, encontró a su sapita azul dentro del grupo de fuego, y empezó a tejer de nuevo su tela de araña...
Mientras, María...

 Pero eso es otra historia...

Calendario de Luna finaliza aquí, como una historia que debía ser escrita para transgredir la realidad, para dejar de dolerse, para transmutarse a si misma, para ser definitivamente vomitada. Para beneplácito de un estómago ausente, para consuelo de un corazón lapidado, para atisbo de una mente resquebrajada, para un alma anhelante de entendimiento, lucidez y armonía.



4 comentarios:

esti dijo...

GRACIAS!

Cristina dijo...

Bravo María!!
Que expresando puso distancia entre el dolor , la amargura, la rabia y ella misma para dejar espacio a la alegría y al amor.
Una historia triste y esperanzadora al mismo tiempo.

En cualquier caso esperemos que pronto su autora nos deleite con otra preciosa historia donde sumergirnos.

interpreta-sones dijo...

estaba claro que este asunto no podía terminar bien! felicidades por el relato, tienes unas dotes narrativas estupendas.

Pausa dijo...

Por fin!!! menuda paliza que os he dado!!! Gracias por aguantar estoicamente este relato!