martes, 24 de abril de 2012

Calendario de Luna 4

IV

Pasaron los años, decidieron tener un hijo, María convencida, Raúl porque era lo que se esperaba de él, su alma ávida de amor creía que ese niño sería la copa donde verter lo que a él  le habían escatimado. Difícil empresa enseñar y demostrar lo que uno no ha vivido, mas si cabe cuando no eres consciente de ello.
Así y de a poquito, María le dio todo el cariño del que era capaz y quiso comprender y quiso entender y quiso querer.
Escuchaba de boca de suegros y cuñados la infancia de Raúl, una infancia marcada por férreas disciplinas,en donde atado con una cuerda al portal, la única amplitud de miras a las que podía aspirar Raúl era a subir una y otra vez las escaleras del rellano, sin mas vistas que unas estrechas paredes y dos puertas, una, arriba, de madera, que daba acceso a la vivienda y que permanecía cerrada, y la otra, abajo,  de aluminio acristalado , cerrada también, y que daba acceso a la calle y con vistas al portal vecino.
 Tardes en que la soledad era tan profunda para un niño de tres años que su alma cayó a un  profundo pozo,  sus ojos negros anhelantes gritaban lo que su boca hilvanada no podía pronunciar. Ansiaba la calma del pecho materno, su alma ávida reclamaba la presencia de una madre ausente.
Raúl creció escuchando los reproches ante una mancha en el pantalón, motivo de requerimiento al orden; en donde un canto, una melodía o una voz mas alta que los vecinos pudieran oír era motivo de amonestación verbal o bien castigo con multiplicaciones y divisiones interminables.
 Y creció...a pesar de esas tardes soporíferas ansiando la libertad que sentía cuando se le negaba el disfrute de atardeceres soleados.
La de María, sin embargo, fue una infancia de amplitud de paisajes, veredas y campos verdes, riachuelos, naturaleza sentida...buscando  tesoros escondidos entre los naranjos, sintiendo los surcos de la tierra removida bajo sus pies subida en el arado, paseando al anochecer persiguiendo las pequeñas luces de las luciérnagas, contemplando absorta del revoloteo de los colibrís, jugando entre los barreños de agua y jabón, la manguera y la tierra en esas  tardes de verde esmeralda, amarillo limón y marrón anaranjado, tardes que compartían con amigos y primos retozando cual gorrinillos, observando aquella nube de algodón amarillo pálido correteando a un lado y otro del corral, aquellos polluelos eran sin duda toda un acontecimiento...
 Y María era sensible... sus ojos rezumaban alegría, curiosidad y contemplación; la suya había sido sin duda una infancia libre.
Tanto Raúl como María deseaban ese hijo, vivieron el embarazo de una forma expectante y feliz,  poco sabían que sus diferentes infancias habrían de surcar un abismo en sus vidas. Ese hijo sería motivo y excusa para ahondar mas en su desapego y en sus diferentes concepciones de vida, en un diferente proyecto de vida que de vez en cuando encontraban de a suerte algún momento de intersección, que no era un proyecto común y tampoco tangente.
La distancia entre ellos se hizo insalvable. María siguió escribiendo textos que nadie leía...

¡¡¡¡Socorro....!!!! ¿ Y ahora qué? ¿ Qué pudimos hacer y no hicimos? Qué pasa cuando ya todo pasó, cuando sólo queda el recuerdo de una memoria sustantiva, jerarquizada y absurda, cuando lo único que deseas es esa monótona cotidianeidad, esas tardes pesadas y bulliciosas abrumadas de sol desgajado e intenso. Cuando una música te invade la mirada y te extasias en un mundo sin espacio ni tiempo, donde la respuesta esta en el viento, ese viento que no sientes chocar en tu cara, ¿ qué pasa?.


Raúl se acomodo a una vida sin ímpetu, se acomodo a un trabajo que no le complacía y escudo su miedo bajo las interminables bolsas de pipas con las que seguía escondiendo el dolor cicatrizante de ese ombligo que le perseguía desde la infancia y del cual no quería o no sabía desenredar. Raúl quería seguir siendo niño. Y ese hijo venía una vez mas a confirmar su anhelo de amor, no quería compartir ese amor, lo quería para él, quería ser el centro, quería perpetuarse en su propio ombligo.
María volcó sus ansias en la pintura, y a través de ella se hizo consciente de sus debilidades, de sus alegrías, de sus grandezas, de sus amores y de sus tristezas...y aprendió.
Pero el estigma familiar y su propio miedo le impidieron ver, o no quiso ver lo que realmente deseaba. Se engañaba una y otra vez, dando todo el cariño del que era capaz a Raúl, pero en su relación, una y otra vez se topaba con un muro infranqueable...

Por mi, por ti, sal, tormenta, cruz latina, sal de ahí. Deja te, olvida te, no eres lo que ellos quieren que seas, no eres lo que quiero que seas, eres tú, olvido, dejadez, miedo, ojos negros, mirada triste, labios perversos, sal, sal, sal...
¿Qué haces aquí? ¡ venga ya!

Hoy, en la radio han puesto una canción... me ha gustado mucho.

“ Nunca vuelvas a pensar que lo nuestro no tiene solución
porque vamos a excavar un pozo negro en el cielo.
Porque vamos a trepar tierra adentro
Vamos  a luchar hasta caer muertos.
Y al final en la habitación
Sólo se escuchará el eco de un jadeo
Y un suave perfume
Que tú y yo solo sabemos apreciar.
Nunca vuelvas a pensar que lo nuestro no tiene solución
Porque vamos a trepar tierra adentro
Vamos a luchar hasta caer muertos.
Y al final en la habitación
Sólo se escuchará el eco de un jadeo”.

Para Raúl, María se convirtió en madre, dejo de ser la mujer apetecible, sexual y amante. La encumbro en un altar que ella ni quería ni merecía. María estallaba sus ganas en los lienzos, limitaba los jadeos atravesando el tiempo y el espacio con los colores, con los empastes, con los trazos... sus cuadros se tiñeron de rojos, de amarillos, de naranjas...la vida le pasaba a borbotones y él tan cerca, pero tan lejos...

Cansancio




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cansancio, decepción , culpa... Cuantas cosas paralizan el alma de quien desea volar!!
Bastará un pequeño/gran atrevimiento para reconocerse a si misma tras mirarse más allá del espejo y ver así, cómo por fín le crecen las alas.

Por cierto, dónde está su sueño???

Pausa dijo...

:)

Anónimo dijo...

Ahí va una gran onda de energía para cargar esas pilas que vas a necesitar en tu nuevo rol de enfermera y cuidadora además de los que cada día te visten como son los de hija, madre,tía, amiga, pintora, ama de casa (ahora de casas), admministradora y un largo etcetera...

Pausa dijo...

Recojo esa onda con gratitud!!!