miércoles, 11 de abril de 2012

Calendario de Luna 1

I
Aquella mañana, quedaron en verse en el parque, eran ya asiduos tertulianos, aunque Raúl siempre prefirió el crujir en sus dientes y el sabor salado de las pipas en su lengua a las conversaciones con María.
Era una mañana primaveral, los rayos del sol se colaban a través del follaje de los pinos, despuntaban los brotes de los cerezos, las risas de los niños, y las miradas de los ancianos ante aquel esplendor primaveral eran el comienzo de un día que presagiaba hacia donde iban a transcurrir los hechos.
María  pensaba que sus vidas estaban enlazadas impunemente, sin previo aviso, con la sagacidad de un ave de rapiña nocturna, Raúl se había colado en su ser hasta las entrañas, su deseo era voraz y almidonado de falso amor, y a pesar que siempre tuvo claro que  era algo efímero, dejo que Raúl hilvanase poco a poco su gran tela de araña.
Su piel se precipito al vacío del sentir y en el pozo de los sentimientos intento encontrar las lágrimas derramadas de Raúl.
Fue la memoria de una pasión sustantiva, implícita, jerarquizada y absurda.
 Doscientos besos a escondidas, miradas de deseo, gestos de ternura y el miedo a embarcarse.
_ Te quiero, me gustas, te gusto...no sé... no sé... ya he sufrido, no quiero volver a sufrir, pero...no, no... ¿te ves conmigo? Que absurdo, soy un crío, no sé lo que quiero, bueno, sí que lo sé, pero es mas cómodo fingir que no lo sé, pasar de todo y no decirte nada.
_ Te siento cerca, tan cerca que podría estallar de felicidad, pero tan lejos, tan lejos... lo que hemos iniciado no puede quedar a medias, te has comprometido, nos hemos comprometido y hemos de salir de esto, aunque luego todo pasa o todo queda...

                                    

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