domingo, 15 de abril de 2012

Calendario de Luna 3

 III

Enlazaron sus vidas siguiendo todos los cánones estipulados por la devota familia de Raúl.
 María pensando que lo suyo era un acto de amor, pensando que acceder a tal despropósito de su sentir era la renuncia mas sublime, renunciar al propio sentir en beneficio del otro, estigma que generación tras generación soportaban entre querencias y desamores,  tatuado a fuego en el alma de todas las mujeres de la familia, habían aprendido a renunciar creyendo que así su cariño era mas verdadero.
A pesar de las dudas que María sentía siguieron los prolegómenos... Los disfraces de felices novios, el de él con fajín y pajarita, todo un dandy de patas cortas y brazos largos; el de ella, emulando los trajes chaquetas de los años 50, de color marfil, como su anacarado rostro, presa del pánico mas absoluto; el casamiento en la parroquia del barrio, el ramillete de flores de manos del padrino, el restaurante, los doscientos invitados, los familiares venidos del pueblo, el baile, la tarta nupcial, las laticas anudadas al coche, los regalos, los cigarros y los puros, las alegrías y el jolgorio de familias y amigos...
Pero María se debatía en un mar de dudas; aquella mañana decidieron pasear por el bosque, unas horas de oxigenación no vendrían nada mal para semejante acontecimiento, ella no era dada a grandes multitudes , ni quería ser el centro de las miradas.
 Esa misma mañana, escuchando los pajaricos  y el rumor del agua "dels Caus", inspirando el perfume del romero y de los pinos, sintiendo que todo su ser se estremecía, comunico a Raúl su intención de no casarse.
 Inocentemente creyó en Raúl, él, vertió sobre ella todo el magnetismo del que era capaz, desplegó todas sus armas ante la afrenta que suponía  un fracaso. La  inconsciencia de María  impidió que se diera cuenta que realmente lo que sentía por Raúl era tan simple como disfrutar de su sexualidad y acallar un miedo atroz...
Aquella tarde, fueron el centro de las miradas, y muy a pesar suyo, María lloró . Raúl en cambio disfrutaba de cada uno de los halagos, de las palmaditas en la espalda  y de las miradas de aprobación, por una vez en su vida conseguía el beneplácito de su familia, por una vez conseguía destacar sobre sus disciplinados hermanos, por una vez conseguía acatar las normas sociales de su tan distinguida y recta familia, por una vez en su vida era importante, era él.
Los invitados observaban las lágrimas de María, interpretaron que su felicidad era tan arrolladora que no podía contener su llanto. Nadie supo, ni ella misma hasta muchos años después, que sus lágrimas eran tinta vertida sobre papeles escondidos donde transmutar  tristezas, desencuentros, amargura  y dolor de un futuro todavía por suceder.
Esa noche, de luna de miel, María tuvo un sueño...


Y sin embargo, a veces, en la monótona mirada a través del espejo, mirando al exterior me reconozco y olvido  ¿ Es cierto este sentimiento? Es una necesidad.
 En qué callejas nos metimos y perdimos la vida  a punto de empezar, a qué vuelven esas calles, esas luces tenues y esas sombras rojizas de las farolas, ese temor afilado y sangriento.
Evocación de un pasado que no sé y que vuelve a retornar nos la vida que perdimos, sin quererlo ya, sin desearlo, solo rememorando algo lindo que no tuvo tiempo de marchitarse, pero que vuelve para pudrirse y deshacerse en un futuro lejano todavía...

La fuerza de la naturaleza pudo mas...




Remembranzas


2 comentarios:

Anónimo dijo...

María sueña dormida o sueña despierta?
Ella sueña o el sueño la sueña? o quizás es la vida la que sueña que María sueña que está despierta?

Bueno, a ver ese sueño!

Pausa dijo...

jajajajjaja, me inclino mas por "es la vida la que sueña que María sueña que está despierta"
y en cuanto a ver ese sueño .... zzzzzzzzzzzzzzzzzzzz, veremos, veremos...